Monday, October 01, 2007

"LA NOTICIA ME IMPORTA UN PEPINO"


Leila Guerriero, escritora
y editora de la revista “Gatopardo”





Escribió una novela “horrible” en tres meses para conseguir trabajo y el periodista Jorge Lanata apostó por su talento. Ha escrito en las principales revistas de habla hispana y publicó un libro sobre el suicidio de 12 jóvenes en la Patagonia argentina. De la escritura periodística y de la flojera de cronistas sobrevendidos, aquí saca el látigo y sus jazmines de calle Corrientes.


Por Rodrigo Quiroz Castro

"Afuera el viento era un siseo oscuro, una boca rota que se tragaba todos los sonidos: los besos, las risas. Un quejido de acero, una mandíbula". Con estas palabras, Leila Guerriero describe el pueblo Las Heras, un "cadáver de cemento" de la Patagonia argentina. De las entrañas de ese lugar salió la historia de 12 jóvenes suicidas que ella puso con maestría en el libro "Los suicidas del fin del mundo" (Tusquets, 2005). Una chica dark que se vuela la cabeza en su habitación, un profesor de inglés gay que dicta clases con los labios pintados, amigos colgados al amanecer, son algunos de los personajes que viven en sus páginas. Ahora, Guerreiro es editora de la prestigiosa revista "Gatopardo", pero su historia con las palabras se remonta a la época donde las casas olían a cera para piso de madera.


LA PIEZA DE LOS CACHIVACHES
"¡Nena! ¡Nena...!", dice el hombre quebrando la modorra matinal en la casa vieja de Junín, Argentina. La "nena" abre los ojos y ve al padre con un diario en las manos. "¡Salís en la contratapa...!", dice él y ella despabila y mira "Verano/12", el suplemento del diario argentino "Página/12". Desde esa mañana hasta hoy, sus historias se han desperdigado en prestigiosas revistas de América, como "Soho", "Gatopardo" "Rolling Stone" y "Paula".
Desde pequeña leía, escribía y recibía por vía oral los cuentos que narraba su abuelo sirio y su padre. Las historias de dragones mezcladas con algunos cuentos de "Las mil y una noches" y letras de Boris Vian, Kafka y Chéjov se convirtieron en el légamo de su oficio. "Tal vez, si me hubiera criado entre carpinteros hubiese sido ebanista. De chiquita me recuerdo escribiendo mucho, era fanática de la ciencia ficción, tenía un escritorio en mi cuarto con una tapa que se abría desde el clóset, había una lamparita y pasaba horas escribiendo, escribí una novela en varios cuadernos de una generación que vivía sumergida bajo tierra con historias de amor y heroínas".
Esas jornadas en Junín brotan cada cierto tiempo mientras camina por calle Corrientes. "Siento un empujón casi lisérgico en la casa de mis padres. Abro el placard y encuentro mis juguetes de infancia, no muñecas necesariamente, una estación de servicio de juguete, autos de colección, una Barbie. Ese lugar y la casa de mi abuela alemana me llevan a ese tiempo", dice Leila desde el teléfono con voz suave pero enérgica. Y la casa de su abuela Anie con la pieza de los cachivaches, los vitrales y la oscuridad, son fotos que vuelven con el olor a cera para piso de madera. "Ese olor y el olor de los jazmines de una florería de calle Corrientes cuando empieza la primavera, me llevan directamente a la infancia". A ese lugar donde comenzó todo.


MARGARITA X
Ser periodista no fue una posibilidad en su vida hasta que Jorge Lanata le ofreció un puesto en el diario "Página/12". Con una licenciatura en Turismo, dos años de Letras y un baúl de historias y poemas, llegó al mostrador del periódico. "En el diario salía un suplemento que se llamaba Verano/12 , salían textos de Cheever, Irving y adelante salía un pequeño recuadrito con un texto de un lector ignoto. Margarita X, de Salta , por ejemplo. Yo también era una desconocida...", dice. Con esa intención llevo el texto a "Página". Ahí la atendió José Luis, el recepcionista, quien le dijo: "No, querida, el suplemento ya está cerrado para todo el verano, el editor es Rodrigo Fresán, un tipo muy obsesivo con los cierres que trabaja con mucha anticipación, si querés dejalo a nombre de Jorge Lanata". Ella lo dejó y se fue pensando que un prócer inalcanzable como Lanata jamás iba a leer el texto.
Dos semanas después se vivió la escena que abre este artículo. Luego se comunicó con Jorge, quien le dijo que fuera a la capital para cobrar.
En esa conversación con Lanata, Guerriero movió bien sus piezas.
"Yo no voy a ir a Buenos Aires a vender tapados y a escribir en mis ratos libres".
Lanata reflexionó unos minutos, como Tony Soprano, y preguntó: "¿Tenés algo más?". "Tengo", dijo ella y volvió a Junín a escribir "una novela de porquería en tres meses". "El pobre debe haber dicho: a esta mujer hay que tirarle un cable porque si es capaz de encerrarse a escribir una novela en tres meses, aunque sea mala, algo tiene", dice ahora riéndose de la anécdota.
Después de eso le ofreció un trabajo con un buen sueldo para "Página/30", la revista mensual del periódico. Recién ahí el periodismo fue una posibilidad. La nena crespita también podía contar historias verdaderas.

FLOJERA E IMAGINACIÓN
Su primer artículo fue sobre el caos vial de Buenos Aires. Su editor le dio a leer "Crash", de J.G. Ballard. El libro no le sirvió para nada, pero descubrió que las técnicas narrativas las podía aplicar al periodismo. Luego, Fresán le devolvió un perfil de Ted Turner pidiéndole una estructura más visual en la narración. "Cambia de foco, pon la cámara en otro lado", dijo el autor de "Mantra", y el texto fluyó.
"Siempre escribí en revistas, estoy muy poco interesada en la noticia, la noticia me importa un pepino, digo en un diario donde no hay espacio para tratar otra cosa que la noticia caliente. Creo que hay que despertarse cada día y defender el espacio para contar historias largas", plantea.
Trabajando para revistas a Leila le ofrecieron ser editora de "Gatopardo". "No me siento editora, la redacción sigue siendo lo fundamental; cuando me ofrecieron ser editora en Gatopardo era especial, porque no tengo que estar en el día a día, tengo que estar atenta a los textos del cono sur, recibo propuestas de los colaboradores y propongo temas, hago un trabajo de edición muy obsesivo... lo que envío a México es lo que sale, la tarea de edición me interesa porque es Gatopardo y lo pensé bastante porque editar no es una idea que me agrade, soy periodista, no me considero una editora, soy una editora bastante hincha y obsesiva con los textos". Igual de obsesiva que con sus historias, las que escribe encerrada en su casa durante 10 días con 16 horas de escritura diaria. "Cuando recibo textos me doy cuenta que hay muchas desprolijidades y flojeras que me sacan de quicio, y si bien nunca pierdo la amabilidad, a veces el trabajo se transforma en algo pesado, porque veo huecos de información en todos lados ".
Y el trabajo en la "Gato" es un lugar privilegiado para medir los signos vitales de la crónica latinoamericana. "Hay buenas propuestas que sorprenden, hay mucha imaginación, veo también mucha reincidencia en los mismos temas de la pobreza, cierta fascinación por el lado oscuro, faltan historias, no diría optimistas, pero faltan historias de clases sociales que no estén sumergidas en el margen, la mayoría de las propuestas tienen que ver con cosas sórdidas. Hay muy buenos cronistas, pero pocos. Algunos no son tan buenos como ellos creen, hay excesiva confianza en el talento, en el zafar, hay flojera en el reporteo y la escritura, hay buenos cronistas, pero a algunos les falta este látigo del que hablaba Truman Capote, más rigor, desde el dato duro hasta la escritura".

TIERRA NEGRA

Leila existía publicando en revistas y llegó a su e-mail una gacetilla de una ONG con información del pueblo de Las Heras. Ahí se produjo el primer impulso eléctrico neuronal que le dijo acá hay una historia. "Era de una ONG llamada Poder Ciudadano, sobre jóvenes negociadores para resolver conflictos en Las Heras; me llamó la atención la descripción de la situación social, la violencia en las escuelas, embarazos adolescentes y en medio los suicidios, decían que eran 22 en un año".
Leila vio bajo el agua. Propuso la historia a "Rolling Stone", consiguió el visto bueno de su editor y pocos días después estalló la crisis de 2001. Ahí se funó todo, pero ella siguió su intuición y fue. "Cuando creo en una nota voy. Hice un primer viaje en marzo de 2002 y hasta el 2003 ningún periodista había puesto los pies ahí, Las Heras era un pueblo lleno de putas, iglesias, peluqueros extravagantes, profesores de inglés completamente gays que iban con los labios pintados al colegio, los suicidios (N. de la R.: fueron 12 finalmente), la gesta del petróleo que quedó allí interrupta, la cesantía, la brutalidad, la maldición de la belleza, la maldición del petróleo... le conté a un amigo lo que estaba observando y me dijo que era un libro". Con el material en la sangre, Leila buscó editores. "Me rechazaron en muchas editoriales, me decían que el tema de los suicidas era muy suicida". Hasta que siete meses después de dejar el libro le respondieron de Tusquets, antes ya había escrito un reportaje sobre Las Heras en "Gatopardo".
"Todavía hoy, cuando quiero evocar aquel aroma, la quemazón seca de la tierra en la nariz, el ardor del polvo entre los labios, el chicotazo de flores al viento, la sinfonía de cruces, me recito como un mantra: Un balde verde con tierra negra/ un recipiente con maiz quemado/ una bolsa de nylon, un cuchillo viejo/ y, presumiblemente, una paloma".
De dónde, de cuál de esas casas, esos burdeles, esas vidas salió tanta belleza, tanta imaginación".
Ese pasaje del libro "Los suicidas del fin del mundo" es una muestra de la calidad del trabajo de Guerriero.
"Es el oficio de cronista. Estar atento a todo lo que uno está viendo, leyendo u observando termina metido en lo que uno escribe. Y todo va encajando en la lógica de la crónica. Así salió ese pueblo perdido. En ese pueblo hecho de huesos, esa especie de cadáver de cemento, salió ese texto que aludes en una publicación local con la idea de dar una noticia, era casi una cosa de ficción, encontrar toda esa porquería en una noticia y transformarla en un hecho de la verdad, encontré cierta sensualidad en esas palabras, me pareció de una belleza siniestra y deslumbrante", dice.

Hay cierta maldad, como la descrita por Bolaño en "2666", en Las Heras. ¿Cómo te explicas con el paso de los años lo que ocurrió allí?

Es una pregunta que no hice nunca a los familiares, porque es reduccionista. Lo que pasó en Las Heras se explica por la cantidad enorme de cosas que se han naturalizado. Allá es normal tener familias fragmentadas varias veces o hijas que se quedaron embarazadas de sus padres, la sociedad está rota en la base, hombres solos que se quedan y arman familias, hombres que se van y luego llega otro que abusa de la niña o el niño más joven de la casa, no se toma el valor del daño que existe, es como el viento, está... Y todo eso es natural, hay resignación vital, hay hostilidad, alcohol, el infierno grande; muchos de los chicos que se quitaron la vida eran tildados de distintos, como la chica que se pegó un tiro en su habitación, era la chica dark del pueblo... Todo eso explica qué es lo que sucedió, podrían ser todas o ninguna de las anteriores, no te podría hablar de un mal metafísico.
Con el libro publicado, Leila tuvo feedback con algunos habitantes de Las Heras. Hubo rechazo de las autoridades y gente de la comunidad se sintió ofendida por la "intromisión". Pero no se registró ningún desmentido. A primavera del 2007, Guerriero no ha vuelto a la Patagonia. "Es un lugar desangelado, en general pongo distancia con las historias, no soy la típica periodista que hace una nota de mendigos y termina durmiendo con todos los mendigos en su casa", dice.
Ahora edita con obsesión de orfebre a sus cronistas de "Gatopardo" y en la cabeza bien oculta bajo su enredadera negra hay varios libros esperando. Se ríe al despedirse y no olvidará la expresión rayar la papa que apareció en la conversación. La última vez que supo de Las Heras fue en febrero de 2006. Estaba en Uruguay y una avalancha de e-mails la alertó sobre los nuevos sucesos del desolado sur argentino. Gente de Tusquets le informó que la noche anterior habían matado a palos a un policía de 25 años. Ella volvió a Argentina de inmediato y la entrevistaron como si fuera Maradona firmando por Boca Juniors. Fue la última vez que Las Heras saltó a la primera página de los diarios. LCD

El perfumista


El español Jordi Nadal y la artesanía de la edición





Este tipo puede convertirse en el “Gladiador” de Russell Crowe para explicarte cuándo atacar en el mercado editorial. Divertido y vulnerable, sabe tanto de Tolstoi como de diseño o formas de negociar en Nueva York. Estuvo en Chile dictando un seminario en la UDP y ésta puede ser su semilla o sus lágrimas.

Por Rodrigo Quiroz

"¡Miren qué cuerpo!¡Todo hecho a medida!"..., el profesor se palpa su anatomía y sigue frente a la clase: "Rasgado de ojos, ochenta mil. Tetas, dos. Setenta cada una (...) ¡cuesta mucho ser auténtica! Pero no hay que ser tacaña con nuestra apariencia. Una es más auténtica cuando más se parece a lo que ha soñado de sí misma...".
Aplausos en la sala y el profesor Jordi Nadal sonríe luego de imitar a Agrado del filme "Todo sobre mi madre". También puede llorar empuñando el pañuelo a cuadros de su padre muerto o enumerar, al chasquido de sus dedos, los signos vitales de la industria del libro en Hispanoamérica.
Jordi Nadal (Catalán, 45 años) ha sido director de Edhasa, director editorial de Círculo de Lectores, Consultor en Random House, New York y director general del Grupo Plaza & Janés para América Latina, y estuvo en Chile hace unas semanas dictando un seminario en el Magíster de Edición que imparte la Universidad Diego Portales. Luego partió a Chiloé a estremecerse con Cucao. Ahora prepara Plataforma Editorial (ver recuadro), un nuevo sello que saldrá en los próximos meses al mercado.
Nadal tiene la cultura de Tolstoi y el ojo de halcón de un broker de Wall Street. En su cargamento de historias conserva la vez que se emborrachó con el Premio Nobel Joseph Brodsky en Barcelona: "Fumaba, fumaba y tosía mucho", recuerda, y si fuera militar, entre las condecoraciones de su blazer estarían la vez que Kapuscinski lo fue a ver a una exposición en Polonia, o las conversaciones que tuvo con Catherine Camus para obtener los derechos de Albert. "Haber leído y editado a Patrick O Brien (autor de "Capitán de mar y guerra"), haber leído muchísimo a Primo Levi, editar y publicar a Elie Wiesel", son otras de esas medallas invisibles.

GPS VITAL
En el mundo de la edición de libros ha hecho de todo. "Domador de leones, león, elefante, bailarina, enano, gigante, presentador, empresario, vendedor de tickets o limpiar el cuartel" y en esa búsqueda de textos y autores, su fórmula para elegirlos es clara:"Tiene que ser una obra auténtica, debes preguntarte sí has leído lo suficiente y lo suficientemente bien, después sólo hay dos tipos de libros, los buenos y los malos".
Para él las buenas lecturas son como "una estrella polar, un GPS que te dice por dónde tienes que andar y cómo te tienes que comportar mientras andas".
Ahora su GPS profesional está concentrado en la creación de Plataforma y el íntimo en ser un "buen padre, un buen amigo que es capaz de querer, dar y recibir confianza".
Para él en el negocio editorial y (en la vida) hay cuatro factores clave: talento, información, plata y suerte. "Aunque seas talentoso y trabajador hay que tener suerte. Hay que ser humilde para reconocer el factor de la suerte. Humilde viene de humus, que viene de tierra, de donde venimos y hacia donde volvemos. Todos acabaremos en un hoyo, sin duda alguna y eso debiera darnos decencia para vivir la vida con cierta honestidad. No quiero parecer un idealista, un ingenuo, un hippie o un tío profundamente espiritual o religioso con esto", dice y cita a Albert Camus para clarificar la idea. "Camus decía que la amistad era el obstinado deseo de transparencia que define la libertad, hay que ser obstinado en la necesidad de la transparencia, aunque sea muy incómodo hay que vivir con lucidez, aunque respeto a la gente que quiera vivir viendo programas idiotas en TV, lo entiendo pero no lo comparto, la lucidez es incómoda, es, como dice un amigo una mutación letal" .

GARBANZOS Y DISEÑO
Montando Plataforma, vulnerable, lucido, y terminando la clase con un poema de Jaime Gil de Biedma entre aplausos, Jordi dejó el país. En su billetera llevaba un cheque de 30 mil Euros partido en dos. Una amiga se lo dejó en el bolsillo de su camisa para montar su aventura y él lo conserva como un amuleto para recordar que debe estar a la altura de esa confianza. También guarda en su bolsillo un pañuelo a cuadros de su padre, quien era mecánico de un pueblo catalán. Sus ojos se llenan de lagrimas al recordar la vez que su viejo estaba en el ejército y tomó un permiso de 11 días para ir del sur de España a Cataluña con cinco kilos de garbanzos. Ese viaje confrontado con el presente, con la silueta de su hija en el supermercado eligiendo shampoos o muebles de diseño en Ikea, son otra lección: "Cuando enseño edición invito a la gente a reflexionar sobre la evolución de su sociedad, mi hija es experta en diseño y hace una generación, en 1942, mi padre pidió cinco kilos de garbanzos... cinco kilos de garbanzos. A veces, olvidamos de dónde salimos y cuánto esfuerzo han hecho para sacarnos de la pobreza quienes nos preceden, pero ahí está la amistad, la memoria y la voluntad de precisión, para no perder los orígenes".

Hace muchos años, Jordi fue al entierro de un chico joven, de un amigo. Y mientras se desgranaban los abrazos y condolencias, pensó que cada uno de los presentes eran una palabra y que la vida tal vez consiste en eso: en juntarnos para formar frases y después morir.


EL MÉDIUM

Plataforma Editorial nace en Barcelona y publicará en castellano. Quiere ser “una editorial divertida, humana, con sentido, humilde, ambiciosa, con voluntad cosmopolita para estar en Latinoamérica”. Publicará cuatro líneas, dos de ficción y dos de no ficción y saldrá al mercado en los próximos meses con el libro “La vida ante sí” de Romain Gary. Una novela sobre un niño huérfano de origen árabe, Momo, que es cuidado por una vieja prostituta judía. También Plataforma publicará novela policíaca y no ficción.
“Elegí este libro para comenzar porque es una metáfora que dice aquí estamos, viviendo… y seas el hombre más poderoso del país o uno de sus últimos personajes, todos estamos en este mundo y podemos tener un instante de gloria”.
Si un editor habla a la sociedad con sus publicaciones el mensaje de Plataforma es una invitación: “Me sumo al club de las personas que quieren pensar que en un mundo complicado y tenso, todavía es posible sentir ilusión, alegría, entusiasmo, respeto por el sentido, voluntad de placer, búsqueda de la autenticidad, confianza”.
Nadal como editor es un mediador y cada libro es un mensaje que quiere compartir: “lo único que tienes que hacer es una constelación de sentido”.