Wednesday, February 14, 2007

Malas noticias


Los nuevos proyectos de la dupla Perut y Osnovikoff

En vitrinas tienen el DVD “Un hombre aparte”, la historia de Ricardo Liaño, promotor de boxeo loco que terminó sus días en medio de sus excrementos en una pensión de Mapocho. Ahora preparan “King Daniel”, la historia de un millonario jalero que se hundió haciendo un programa de TV, y otro proyecto con un antinoticiario que destripa la industria local. No cambie de canal.

Por Rodrigo Quiroz Castro

La miseria de Martín Vargas. Allende y Pinochet convertidos en niños. Nueva York de colores y lenguas como Babel. El promotor de boxeo Ricardo Liaño delirando en un pieza de Mapocho. Esas imágenes están en el portafolio de la dupla formada por Bettina Perut e Iván Osnovikoff, pareja de amantes audivisuales. Aquí el hombre revisa parte de su trabajo, dispara contra la televisión y el nuevo cine chileno.

Llegaron al boxeo por casualidad. Trabajaban con Silvio Caiozzi en el proyecto de Martín Vargas. Siguieron un año al púgil hasta que la vida, en los nudillos de un colombiano, lo noqueó. Ahí aprendieron a contar historias con una cámara. Nunca quisieron adular. “Era meterse en los espacios íntimos a contra pelo de la realidad”, dice Iván mientras engulle una ensalada césar en un café de Providencia. En los pliegues más turbios del boxeo conocieron a Liaño. Fue en el Caracol de la muerte. Un nido de ratas ubicado en calle Bandera entre Catedral y San Pablo. Antro de topless, delincuencia y tráfico de drogas. “También compra venta de oro”, acota Iván mientras recuerda que Liaño vivía en uno de los últimos pisos. En una oficina había un papel blanco. Con lápiz pasta estaba escrito AMB (Asociación Mundial de Boxeo) y al lado había una cama. Y el viejo con cara de papa, pocos dientes y menos pelo, hablaba de contactos europeos y mexicanos. De millones de dólares y la vez que trajo a Julio Iglesias a Chile. Eran más de 100 kilos de fracaso humano. “Vivía miserablemente. El contraste entre fantasía y realidad era notable. Era una metáfora del ser humano en general que funciona entorno a fantasías de sí mismo. Fantasías que se hacen pedazos”, dice Iván sobre “Un hombre aparte”.

MENOS QUE CERO

Y nunca han adulado. Han explotado la vanidad o la soledad de las personas, han ganado su confianza y han contado sus tragedias. En sus dos nuevos proyectos también hay personajes alucinantes. En “King Daniel”, que está en etapa de montaje, registran la historia de un aristócrata adicto a la cocaína que conocieron en Nueva York. Grabando “Welcome to New York” apareció un alemán millonario que quería hacer un programa de TV. Su idea era una mezcla entre los contenidos de la BBC y la visualidad de MTV. Daniel había decidido que su últimos 500 mil dólares los iba a invertir en su invento.

A la dupla el programa le importaba un rábano. Ofrecieron ayudarle con la condición de que se les dejará registrar el proceso. En el camino Daniel arrendó un loft e invirtió 12 mil dólares en equipos. Ahí la producción se le fue al carajo. Llegaron 10 minas a probarse como conductoras y “Daniel se insegurizó. Comenzó a jalar como enfermo, se autodestruyó y nosotros grabando el hundimiento hasta que paró y nos despidió”, dice iban sorbiendo un café.

El otro proyecto se llamará “Malas noticias”. Es un antinoticiario. “La realidad del periodismo televisivo”. Hicieron un casting para lector de noticias. Mientras la cámara muestra venas infladas por rating, se insertan reportajes en formato de cortometrajes. “Es un contraste entre la realidad contada por el periodismo y una mirada más allá de la publicidad”, dice Iván.

DERECHO AL PREJUICIO

Con la televisión también han coqueteado. “Estuvimos en el origen de ‘Mi mundo privado’, ganamos un fondo del Consejo del Audiovisual como directores pero después renunciamos con la sensación de que el canal adaptó demasiado el proyecto”, cuenta Iván con un dejo de bronca. “La forma en que la industria genera esos hábitos es como el niño que le dice al papa quiero caca y el huevón le da caca. Incluso los programas que sacan premios por ser los mejores también son malos. Los ejecutivos son de bajo nivel. Todo es muy charcha”, dice mientras un micro acelera por Providencia.

Se supone que el arribo de la televisión digital debiera abrir el espectro. Para eso según Osnovikoff “el Gobierno tiene que aprobar la norma que permite la multiplicación de las señales”. “Imagínate que se crea un canal nuevo y ponen a Ravani, ese canal es una basura. La situación no puede empeorar más. Lo único que puede pasar es que la calidad suba”, dice. Y la apuesta de la producción independiente está en contra de la norma norteamericana. Que haría que en vez de una señal, los actuales canales tengan cuatro o cinco. “La japonesa y la europea, son más democráticas”, dice.

El nuevo cine chileno tampoco se salva de este amante del pensamiento de Peter Sloterdijk y del cine del austriaco Ulrich Seidl, conocido entre otras cosas por su película documental “Animal love”, sobre humanos que aman animales con besos con lengua, caricias y otros ronroneos.

“Imagínate que ‘La sagrada familia’, la mejor película del año, es una película que ataca la Iglesia. Que a esta altura es una institución que se marca sola. Es una película que tiene problemas, hoyos, líneas narrativas que deberían estar fuera. Se nota que es una tesis estudiantil”, dispara.

-¿Viste “Fuga” y “Se arrienda”?

-No. Tampoco las vería. No me interesa Fuguet ni menos una película con Benjamín Vicuña

-Son prejuicios…

-Sí, uno tiene derechos al prejuicio. De Chile me interesa Carlos Kleim, Ignacio Agüero o proyecto Arcana.

-¿Y Scorsese o Eastwood?

-“El aviador” es un bodrio.

-Pero tienen películas notables

-Tal vez, pero “La conquista del honor” de Eastwood es una basura, llorona, es un pegoteo.

- ¿Y Tarantino?

-Si lo comparas con Spielberg es interesante, pero tampoco deja de ser un adicto a la cocaína que no se sale de la trampa del efecto. Comparado con “Animal Love” de Seidl, Tarantino es nada. LCD

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